En un principio la Municipalidad creó el Salón de Usos Múltiples, que estaba desordenado y vacío, pero el espíritu colectivo se movía sobre la faz del escondido.
Y dijimos las/os vecinas/os: ¡sea la luz! y fue la biblioteca. Y dijo un vecino: “¡¿Quién va leer con hambre?!”. Y de las tinieblas surgió la voz del político que ilustró: “Ya que en el barrio no hay gas, quemen los libros…”.
Y vimos que la biblioteca era buena, y unimos el hambre con las ganas de leer. Y fue la tarde y la mañana de todos los demás días…
Nos gusta pensarnos: en asociación íntima con el barrio y la ciudad, en movimiento, en un rol activo, como promotoras/es de derechos, desde el arte y el vínculo con otras instituciones y actores sociales, en diálogo constante con el territorio, como militantes del encuentro y la desfragmentación social.
Nuestros ejes esenciales: la cultura como necesidad básica; la atención a ojo y la bibliotecología; la cuestión de género; el sistema educativo; la mediación entre el Estado y los/as vecinos/as; las disyuntivas, estrategias de adaptación y/o supervivencia.